Uno de los primeros puntos que debes plantearte a la hora de constituir una asociación para montar un negocio es la forma jurídica que tendrá. Una de las más conocidas en la sociedad civil, aunque no mucha gente sabe que existen dos tipos de sociedades civiles: la universal y la particular.
Hoy hablaremos de la sociedad civil particular, una de las mejores opciones para pequeñas empresas y negocios. A continuación te explicamos todo lo que necesitas saber sobre ellas, así que lee con atención.
La sociedad civil particular, también llamada sociedad civil privada o SCP, es un tipo de sociedad civil, o sea, de contrato privado entre dos o más personas para llevar a cabo una actividad con ánimo de lucro, sin personalidad jurídica.
A través de una SCP dos o más personas contraen la obligación de poner bienes en común para repartirse los beneficios que resulten de su inversión.
La SCP se caracteriza por las siguientes singularidades:
Por otro lado cabe subrayar que la gestión de las sociedades civiles personales es mucho más simple tanto a nivel fiscal como contable que en el caso de las sociedades limitadas. Por ejemplo, es posible adaptarse a la tarifa plana de autónomos y cotizar por la base mínima.
Uno de los cambios más significativos de la sociedad civil particular tuvo lugar en 2016, cuando se modificó el artículo 7 de la Ley de Impuestos sobre Sociedades. Este cambio supuso que las sociedades civiles particulares que tuvieran objeto mercantil debían tributar por el Impuesto de Sociedades, a excepción de aquellas que:
Esto implica, desde entonces, que las sociedades civiles particulares sí cuentan con personalidad jurídica de cara a los impuestos si el pacto entre los socios no es secreto y deben tributar por el IS, lo cual supone llevar una contabilidad mercantil y una forma distinta de declarar los ingresos de los socios.
Las opciones que estas sociedades civiles particulares tienen para atajar este inconveniente es transformarse en una sociedad con personalidad jurídica, por ejemplo una sociedad limitada.